La metodología para conseguir un edificio de consumo de energía casi nulo es sencilla: primero es necesario adecuar el edificio al clima donde se ubica, es decir, estudiar las temperaturas, humedad, vientos, sombras arrojadas por el entorno y a partir de ahí diseñar una ´piel´ del edificio con un aislamiento adecuado y una buena orientación, dotándolo de huecos y elementos de sombra que consigan proteger del soleamiento en verano y aprovechar su calor en invierno.
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